La historia del joven que está cambiando a UCLA desde dentro
A veces, lo que un programa necesita no es más experiencia, sino una nueva mirada.
Jerry Neuheisel camina por el Rose Bowl como si siempre hubiera estado ahí. No grita, no impone. Observa, escucha, y cuando habla, lo hace con una claridad que desarma. UCLA ha tenido entrenadores con más victorias, más edad y más currículum. Pero ninguno ha logrado conectar tan rápido con su plantilla como este joven coordinador ofensivo que lleva toda la vida respirando football.
Su apellido ya suena familiar: hijo de Rick Neuheisel, exentrenador de UCLA y una figura mítica en el programa. Pero lo de Jerry no va de herencias. Va de cómo se construye algo propio en un deporte que rara vez deja espacio a los nuevos.
Del staff al mando
Chip Kelly se marchó de UCLA en febrero de 2024 para ser coordinador ofensivo en Ohio State, y DeShaun Foster tomó el mando en Westwood.
En 2025, el 0–3 inicial desembocó en el despido de Foster y, poco después, en la “separación de caminos” con el coordinador ofensivo Tino Sunseri.
Ahí es cuando Jerry Neuheisel, que venía de llevar a los tight ends y de crecer dentro del staff desde 2021, asumió el play-calling de manera interina. Con apenas unos días de trabajo como play-caller, lideró el plan que tumbó a Penn State y se ganó el foco nacional.
El ADN del cambio
A sus 31 años, Jerry representa una nueva generación de entrenadores que entienden el juego como una conversación constante. Es metódico, pero no rígido. Innovador, pero sin perder el sentido del contexto.
Quienes han trabajado con él coinciden: su verdadera virtud está en la comunicación. No en los diagramas, sino en cómo los traduce. Habla el mismo idioma que sus jugadores. Les exige, pero los entiende. Y eso, en un vestuario universitario, vale más que cualquier pizarra.
Su sistema ofensivo combina conceptos modernos (motion, tempo, formaciones abiertas) con fundamentos clásicos. Su prioridad es que cada jugador sepa por qué hace lo que hace. Y esa pedagogía táctica, más que los números, es lo que está transformando a UCLA desde dentro.
El legado y la nueva mirada
Ser el hijo de Rick Neuheisel podría haber sido un peso. Pero Jerry lo ha convertido en impulso. Ha aprendido de su padre lo que significa dirigir, pero también ha entendido que cada generación necesita su propio tono.
No ha buscado imitar. Ha buscado conectar. Su liderazgo no es de jerarquía, sino de propósito. Por eso se le respeta tanto entre los jugadores: porque sienten que su entrenador también está aprendiendo con ellos.
Y ese tipo de mentalidad, abierta, empática y moderna, es la que muchos programas del college football aún no se atreven a abrazar.
Lo que UCLA podría ganar si se atreve
La pregunta ahora es si UCLA tendrá el valor de ir más allá. De mirar dentro de su propio staff y ver el potencial que ya tiene.
Jerry Neuheisel no solo ha devuelto ritmo al ataque. Ha devuelto fe a un vestuario. Ha demostrado que entender el fútbol moderno no es llenarlo de pantallas y analíticas, sino leer a las personas.
Y si algo ha quedado claro esta temporada es que UCLA vuelve a creer. En su ataque. En su identidad. En una idea.
Por qué contar esta historia
Porque el fútbol universitario está cambiando, y los programas que crecen son los que se atreven a dejar paso. UCLA podría ser uno de ellos. Y Jerry Neuheisel es el ejemplo perfecto de que el talento joven no necesita permiso, solo oportunidad.
Al final, no se trata de edad ni de experiencia. Se trata de visión.
Y UCLA, por primera vez en mucho tiempo, parece haber encontrado la suya.